En esta entrada, dejando un lado lo que son
los toques, quiero centrarme en la pequeña incidencia habida en el martillo de
la campana segunda “San Roque” cuyo cometido principal, entre otros toques, es el
de las horas del reloj. Esta incidencia ha sido pequeña y casi irrelevante pero
el dejar constancia de ella puede servir para en un futuro tener registradas
todas las averías habidas en las campanas, aparte de que quiero aprovechar para que,
quien lo desconozca y tenga interés, explicar cómo es el mecanismo que hace
sonar las campanadas de las horas.
Como se puede apreciar en las fotografías, la
maza o martillo va unido a un eje, que en su parte inferior lleva una cuña que
encaja en el núcleo de la bobina electroimán, teniendo en su parte izquierda un
muelle que obliga al martillo para que tras el golpe retroceda a su estado
original de reposo, separado de la campana para que si esta voltease no tuviera peligro de romperlo, tanto ella
como su yugo.
Esta bobina
funciona con tensión a 220 v. que con un puente rectificador se consigue que
quede polarizada y la imantación sea
mayor (de todas formas los anteriores electroimanes trifásicos daban el golpe con más intensidad que estos, pero eran
tremendamente voluminosos, y en cambio estos con mucho menor tamaño y
discreción considero que dan un golpe aceptable pero menor)
La avería o
incidencia de la que quiero dejar constancia no es otra que, como el propio
título de la entrada dice, el muelle de retroceso del martillo. Este muelle en
los últimos días y debido a la gran cantidad de maniobras que realiza había ido
perdiendo su fuerza, no consiguiendo en algunas ocasiones separar el martillo
de la campana, lo que equivalía a que engañase al dar las horas por fallar
alguna campanada o darlas en muy poca
intensidad, por no tener, como he comentado, la distancia necesaria de la
campana.
En un
principio tras oír la anomalía no tuve claro si esta se debería al contactor
que da la corriente al electroimán o a este muelle, por ello el sábado 2 de
febrero me decidí a subir y localizar esta avería, pero por el excesivo viento
y frío que hacia ese día pensé en posponer esta reparación a que el viento
amainase un poco, pero como durante toda la semana siguiente no paró esta
intensidad sino que más bien aumentó, ya el viernes 8 de febrero no tuve más
opción que subir a repararlo, porque al día siguiente ya se tenían que realizar
los volteos de víspera para “las cuarenta horas” y de no hacerlo la avería
podía ser de mucho mayor alcance, porque al no retroceder a su justa medida,
podía por ello la campana romperlo en su
volteo.
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