Desde ayer 17
de agosto, la Ermita de la Preciosísima Sangre alberga en su interior una nueva
obra de arte (aunque no es nueva, pues se pinto en los años 40) expuesta para
veneración al culto público. Voy en esta entrada a centrarme en narrar algo
sobre la historia de este cuadro y de su Ermita.
En el término
municipal de Castalla hay diversas ermitas situadas en algunas fincas o
pequeños caseríos, a las que en la antigüedad solían acudir los vicarios
parroquiales para celebrar los sacramentos, pues era más sencillo que se
desplazara un sacerdote a estas ermitas que las diversas familias que allí
solían vivir acudiesen a la Parroquia. Una de estas fincas o caserío está situado
en la carretera de Castalla a Tibi a unos cuatro o cinco kilómetros y en ella
hay una pequeña ermita dedicada a San Juan Bautista.
Esta ermita se
construyó en el año 1733, se consagró y se dedicó a San Juan Bautista, fue restaurada
y ampliada en 1933. Además de las personas que habitaban el caserío y fincas
colindantes, eran muchas las del pueblo las que solían acudir a la celebración
de la Santa Misa sobre todo en el día de su titular, la festividad de San Juan Bautista, quedándose
pequeña incluso después de su ampliación.
En el año 1936
fue destruido el lienzo que presidia el altar de esta ermita, (que es lógico el suponer que dataría de 1733) y los enseres propios
para las celebraciones. A principios de la década de los 40 se encargo el nuevo
lienzo a un pintor de Valencia. Este nuevo lienzo fue sufragado por suscripción
popular, pues como he comentado además de los habitantes del pequeño caserío
eran muchos los fieles de Castalla que sentían especial devoción hacia San Juan
Bautista.
El paso de los
años unido al abandono de las viviendas colindantes ha ido deteriorando el
estado de esta ermita, intentando por ello el Párroco D. Toribio Sellés en los años 60 su
restauración procurando evitar su desaparición, y desistiendo al final por la
escasez de fondos.
En la segunda
mitad de los años 80 fue robada la campana que presidia la espadaña en la
fachada principal, comenzando a partir de aquí el verdadero declive de esta
ermita (aún recuerdo de niño cuando yo mismo participara en esta fiesta, la
gran cantidad de volteos que realizábamos con ella, relevándonos casi todos los
presentes niños y mayores). Unos años después también fue robada una pila para el agua bendita
labrada en piedra, y decidiendo a partir de este momento las dos familias
propietarias de esta ermita (Emilio Pascua y Juan Mira) retirar el lienzo que la
presidia y volverlo a su lugar solo el
día que se celebraba la fiesta, el 24 de junio, hasta 1994-95 en donde se dejo
de celebrar. (Es curioso como en la actualidad, con el peligro de derrumbe y
sin ningún tipo de representación ni iconografía religiosa siga habiendo
personas que se desplazan a esta ermita para encender velas)
Desde esos años
y hasta esta fecha el cuadro se ha encontrado guardado por parte de la familia
intentando buscar la mejor solución para él, pensando por ello que una buena
ubicación sería en la ermita de la Preciosísima Sangre, en la segunda capilla
entrando por la derecha, que es precisamente la contrapuesta a la que está la
imagen de San Juan Evangelista.
Estando de
acuerdo todas las partes en que ésta sería la mejor solución; por parte de la
parroquia el Párroco D. Salvador Valls, las familias antes mencionadas
propietarias de la ermita y descendientes de los nombrados en la suscripción
popular que lo sufragó, se entregó a la parroquia en el mes de agosto de este 2013, poniéndonos por
ello en marcha nosotros para proceder a su colocación.
El sábado 17 a
las cinco de la tarde nos reunimos en la parroquia Víctor, Fran y yo para
subirlo a la ermita y colocarlo, pero viendo la gran cantidad de polvo y
suciedad que tenía acumulado, antes de meterlo en la Ermita, pensamos en
limpiarlo con un paño seco para no
deteriorar más el lienzo, también le dimos una pasada de nogalina al marco de
madera por la sequedad que presentaba.
Como se puede
comprobar el cuadro ha quedado “como anillo al dedo” en su nueva ubicación,
quedando así expuesto para veneración pública de todos los castelluts, aunque
eso sí, se puede comprobar que el lienzo necesita una buena restauración pues
es un gran deterioro el que manifiesta en sus oleos, (pero bueno con paciencia
todo llegará….)
Quiero dar las
gracias a María de la Soledad Gisbert (conocida por todos como Mari Sol la de
la droguería) porque siendo ella una de las propietarias del lienzo, ha sido la
persona que más se ha esforzado y trabajado para llevarlo a este buen fin y
también quiero agradecerle la dedicación prestada para contarme la historia de
esta ermita y de su titular San Juan Bautista, siendo muchas las anécdotas y
detalles contados por ella que no voy a mencionar por no extenderme demasiado.
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