CAMPANEROS DE CASTALLA: LAS "CUARENTA HORAS"

Los tres días que anteceden al miércoles de ceniza “carnaval” se celebra aquí en Castalla el triduo de las cuarenta horas a “Jesús Sacramentado”, estando expuesto durante estos tres días en el altar mayor de la parroquia y permaneciendo los fieles en oración junto al Señor. Según cuentan los mayores, esta fiesta ha estado muy arraigada en la población hasta el punto de tener la relevancia casi de las fiestas mayores de moros y cristianos. No he encontrado documentación pero no sería de extrañar que viniera de tiempos del Patriarca San Juan de Ribera (S.XVI).

Fue en el año 1508 cuando se fundó en Valencia la inicial Cofradía del Santísimo Sacramento, y noventa y tres años después, en 1601, se iniciaron como tales «Cuarenta Horas» en la iglesia de la Compañía, ceremonia a la que asistió el Arzobispo y Virrey —hoy, ya Santo— Juan de Ribera. Noventa y seis años más tarde, ya en 1697, se estableció la devoción como tal, con arranque en la Catedral y sucesivos recorridos por las diferentes parroquias de la ciudad. Ese mismo año, cuando era arzobispo de Valencia Tomás de Rocaberti, el Papa Inocencio XII aprobó una bula que reconocía esta devoción, pionera en Valencia.
Ya mediado el siglo XIX, se fundó la Congregación de la Guardia y y Oración al Santísimo Sacramento de las Cuarenta Horas, que tuvo su sede en 1847 en la iglesia de Santa Catalina. Y las creaciones en torno a esta devoción fueron en aumento, de manera que en esta ciudad se fundaron las congregaciones para señoras y, nueve años después, para caballeros. Y hace quince años, en 1997, se celebró el ciento cincuenta aniversario de la creación de la aludida creación de la Real Congregación de la Guardia y Oración al Santísimo Sacramento de las Cuarenta Horas.
Esta congregación ha editado muy recientemente una breve historia, donde se da a conocer a los fieles que tal devoción venía de tiempos muy anteriores. Recuerdan que, entre los fondos del Archivo del Reino de Valencia, «cuando se trata en 1346 la distribución arancelaria de los oficios de las propias capellanías del Palacio Real, en tiempos del rey Pedro IV, importan las fiestas que este año se celebran en esta Real Capilla, en virtud de Real Orden, que son las siguientes: de la fiesta que se hace de las Cuarenta Horas o Laus Perennis».
Recuerda este historial la cantidad ingente de fieles que acudían a estas ceremonias; y señalan las crónicas cómo los fieles subían por la escalera de la derecha y descendían por la de la izquierda, para evitar aglomeraciones, y las enormes engalanuras que había en el Palacio Real, que pese a no ser los tiempos actuales, atraía centenares de coches —de caballos, claro— que llegaban a colapsar el puente del Real. En fin: que esta devoción, que los actuales hemos visto desde niños en nuestras parroquias y en nuestras calles, no acaba de ser inventada; tiene más de seis siglos, y las turbulencias sociales no han conseguido acabar con esta tradición.

Como he comentado, siempre se ha celebrado los tres días que anteceden al miércoles de ceniza, exceptuando los años comprendidos entre 1994 y 2008 en que se decidió trasladar a viernes, sábado y domingo para que los fieles tuvieran más tiempo y comodidad para poder estar un rato en oración ante “Jesús Sacramentado”, ya que la mayoría de empresas terminaban la jornada laboral viernes al mediodía. Antiguamente este lunes y martes eran festivos y no se trabajaba.

Cabe resaltar que durante estos tres días, por la tarde antes de la Misa o reserva del Santísimo, la coral de la parroquia, con gran solemnidad canta “los trisagios al Santísimo” y algunas otras piezas musicales referentes a la Eucaristía.

Esta es una de las pocas fiestas que solo la anuncian las campanas de la iglesia parroquial, por ser este el lugar de la exposición del Santísimo, pero este año, como he comentado, por motivo de las obras que se están llevando a cabo en la parroquia, la Exposición y todos los actos de culto se celebraran en el convento, y por ello serán las campanas de los dos campanarios los que lo anuncien.