sábado, 14 de marzo de 2015

LA CAMPANA DE LA ERMITA Y EL CASTILLO




                           

           En esta entrada quiero centrarme en la singular historia de la campana de la ermita, así como sus distintas ubicaciones y su relación con el castillo de Castalla. Antes de nada quiero dejar claro que en la historia que voy a narrar, parte de ella está documentada, pero también hay otra parte que es exclusivamente de transmisión oral por nuestros antepasados.






         Esta campana no tiene en su inscripción la fecha de su fundición, pero según Francesc Llop, antropólogo y presidente de los campaneros de la Catedral de Valencia, por su tipología y grabados góticos se trata de una campana fundida alrededor  del año 1565 por  el fundidor Juan de la Sierra de Cantabria y residente en Xàtiva. Unos años antes comenzó la edificación de la nueva iglesia de Castalla en el lugar que hoy ocupa el Ayuntamiento, pero al comenzar los cimientos se comprobó que no había firmeza en el suelo para un edificio de esas dimensiones y que además emanaba agua, por lo que se desistió de esta ubicación, pensando en otro sitio más estable, siendo este el que ocupa en la actualidad y comenzando las obras  el 11 de abril de 1562, fecha en que se colocó la primera piedra. A pesar de no haber encontrado documentación que lo acredite, es deducible pensar que se fundió la campana para esta nueva iglesia, al coincidir exactamente en sus fechas.






          Sin estar concluidas las obras, el 2 de septiembre de 1571 tuvo lugar la bendición de la nueva iglesia parroquial, trasladándose el Santísimo Sacramento de la antigua iglesia, (hoy ermita de la Sang) a la nueva. Al no estar el campanario finalizado, parece que se decidió colocar esta campana en una espadaña sobre la fachada principal de la iglesia, tal como aparece en varias fotografías fechadas sobre el 1880.




         A partir del año 1626 comienzan a instalarse, poco a poco y con el paso de los años, cuatro campanas nuevas en el campanario, por ello y por la mala accesibilidad existente para el acceso a la espadaña, esta campana que nos ocupa iría quedando en desuso, aparte de que las nuevas instaladas eran todas de un tamaño considerablemente mayor y lógicamente más accesibles para sus toques.






        En 1918 el rey Alfonso XIII consagra España al Sagrado Corazón de Jesús, por lo que en muchas localidades comienzan a erigirse imágenes a esta dedicación. Aquí en Castalla, como es lógico, no podíamos ser menos, y haciendo un típico reflejo al propio carácter “castallut”, había que hacer una imagen “a lo grande” que se instaló sobre “la torre grossa” del castillo. No hay constancia escrita de quien dio el primer paso para erigir esta tremenda imagen, si la marquesa de Dos Aguas o el párroco de Castalla, lo que sí consta en escritura pública fechada el 16 de mayo de 1928 por el notario de Valencia D. Miguel de Castells y Cubells  es lo siguiente:






         Que la muy ilustre Sra. Doña María Dasí Puigmol hace donación a D. Juan Miguel Beneyto Marrahi, cura párroco de Castalla y sus sucesores, de: “1º Un trozo que comprende todo el terreno que ocupan los derruidos muros y antiguo solar del histórico castillo de Castalla, y además una zona alrededor de dicho terreno con una superficie total de una hectárea; lindante por los cuatro puntos cardinales con el resto de la finca donde se segrega, valorado este terreno en 200 ptas. 2º Una servidumbre de paso de carro sobre el resto de la finca, que queda de su propiedad para llegar a la parcela donada con una anchura de 4 m. por la longitud necesaria a partir desde el camino llamado del calvario público que arranca en la ermita de la Preciosísima Sangre que linda según queda dicho con la finca total siendo esta longitud aproximadamente de medio kilómetro. El valor de esta servidumbre se cifra en 50 ptas”.




            “La muy ilustre Sra. compareciente hace la donación con la condición de que la finca donada ha de destinarse exclusivamente a la construcción de un monumento religioso con una efigie o estatua del Sagrado Corazón de Jesús, en el que se edificará una ermita dedicada al culto católico público”.





            En 1929 se construye la imagen por suscripción popular de los católicos vecinos de Castalla y se habilita la planta baja de “la torre grossa” como capilla o ermita tal como exigía la propietaria y donante del castillo. Como no podía ser de otra manera toda ermita o capilla tenía que tener su campana y como la que nos ocupa había quedado en desuso por su complicada ubicación parece que se decidió trasladarla e instalarla en el propio castillo. No hay constancia clara del punto exacto que la campana ocupó. (Esta colocación es un fotomontaje)




            En el año 1937 esta imagen se destruyó, (en la cripta de la ermita existe un pequeño pedazo de dos dedos) al igual que la pequeña capilla u oratorio existente en la planta baja de “la torre grossa”, también fueron derribadas las campanas del convento, la pequeña de la iglesia y la de la ermita para fundirlas en material bélico, pero tanto esta campana como las tres mayores de la iglesia corrieron mejor suerte, pudiendo llegar hasta nuestros días.  




            En 1939, tras finalizar la guerra civil, se intenta recuperar las tres iglesias que habían quedado literalmente arrasadas, al restablecerse nuevamente el culto en la ermita y con la nueva imagen de la patrona, se pensó en reubicar esta campana en la espadaña de la ermita, bajándola desde el castillo hasta esta nueva colocación.




           Durante los años sesenta y principios de los setenta, se restauró esta ermita en varias fases o etapas, en una de las primeras se le sustituyó a la campana el tradicional yugo de madera por uno nuevo de hierro de Salvador Manclús de Valencia, por el peligro de caída que se apreciaba debido al deterioro por su gran antigüedad. Unos años después al tocarle el turno a la fachada, como la espadaña también amenazaba ruina, se pensó en derribarla y trasladar la campana a la casa de los ermitaños (en actualidad “dels majordoms”) frente a la propia Ermita, afirmándose que así estos podían ejecutar todos los toques sin salir de su vivienda. También a principios de esta década se coloco otra imagen del Sagrado Corazón de Jesús, pero de un tamaño muchísimo menor que el precedente, por ello ya no se colocó sobre “la torre grossa” sino que se puso sobre una roca entre esta y el calvario, pero como el material no era de calidad, pues era de cartón piedra, las inclemencias del tiempo lo deterioraron hasta el punto que tuvo que ser retirado.






             En el año 1990 el M.I. Ayuntamiento inicia las gestiones para la compra del castillo al marqués de Dos Aguas, el cual accedió a la venta y al realizar los trámites oportunos para ello, se comprobó que el propietario del recinto del castillo era la parroquia de Castalla. Seguidamente fue informado el párroco D. Luis Cerdá de esta situación, quien optó por la opción regalarlo al Ayuntamiento, pero como la iglesia no puede regalar propiedades tuvo que venderlo, realizándose esta venta por la simbólica cifra de una peseta. Por algún motivo que ignoro esta venta no se ha hecho constar en el registro de la propiedad, donde sigue figurando a nombre de la parroquia, o al menos así era hasta hace unos meses.(He podido comprobar personalmente como algunos guías del castillo se les olvida esta parte de su historia). Según José Bernabéu, el marqués realizó la venta de los terrenos aledaños al castillo por la cifra de un millón de pesetas.






          En el año 2011 recibí una notificación del antes mencionado Francesc LLop en el que se me afirmaba que debería de dejar de tocar esta campana por el gran peligro de rotura existente por su conjunto de yugo metálico así como el motor de vuelo continuo, hasta que pudiera ser restaurada con su tradicional yugo de madera y motor de impulsos (que funciona como si fuera manualmente) por ser una campana gótica de alto valor patrimonial.












           Ciertamente esto provocó en mí una situación de gran contradicción, por una parte y como es lógico, quería preservar la campana sin deterioro alguno para las futuras generaciones y por otra no podía consentir que dejasen de sonar sus tradicionales toques con el saludo diario a la Virgen con el toque del Ángelus, a Misa, Rosario, volteos en las solemnidades y procesiones, etc. Se lo comenté a mi amigo Francisco José Rico "Pallisa", sacristán de la ermita, quien haciendo una vez más honor en su abnegada labor en el cuidado a la Virgen y su patrimonio, me afirmó que contara con él para lo que hiciera falta. Seguidamente procedimos a pedir presupuesto a la empresa que había restaurado hacia algunos años las campanas de la parroquia, porque era garantía de un buen hacer; y a continuación nos reunimos con el párroco D. Salvador Valls para informarle del tema, quien afirmó que opinaba que sí que se debería restaurar pero que era un momento complicado porque se estaba recogiendo dinero para poder sufragar las próximas obras del piso de la iglesia. A continuación nos reunimos con Juan Antonio Mira (técnico de patrimonio del Ayuntamiento) quien también mostró gran interés por esta restauración, pero que a la vez tampoco veía posible que en poco margen de tiempo el Ayuntamiento pudiera acometerla; en parte debido a la gran crisis económica en la que estábamos inmersos.




            Se me ocurrió una solución que podía considerarse en cierta manera “salomónica”, porque podíamos por una parte preservar la campana antigua sin peligro de rotura y mantener la tradición de sus toques; esta solución era hacer una similar nueva, porque el precio era muchísimo menor que la restauración, ya que al ser esta campana carente de valor patrimonial, podía seguir con su yugo metálico y motor de vuelo continuo, pasando ya la antigua en el mes de mayo del 2012 a ser expuesta en el museo parroquial sin uso, a la espera a poder hacer frente a su restauración. Quiero agradecer en este punto a una persona que anónimamente abono el importe de la nueva campana como regalo a la Virgen, sin olvidarme tampoco de Tomás Bordera, José Miguel Mira, Oscar Reche y Víctor M. García, quienes se ofrecieron voluntarios para realizar todas las tareas del cambio de las campanas.












              Casi a ciencia cierta estaremos hablando del instrumento musical más antiguo de Castalla (casi 500 años) y en todo este tiempo ha acompañado a multitud de generaciones en su vida cotidiana con su precioso sonido. En mi opinión, un museo no es lugar para una campana, por ello creo que debería de ser restaurada cuando se pueda y volver a sus tradicionales toques.








           Quiero dar las gracias a Tino Carbonell, con quien me reuní para intercambiar impresiones sobre este artículo y sobre otro trabajo que está realizando él, en donde me aportó mucha información, una de las más preciadas para mí fue el constatar que en el año 1464 ya había una campana instalada en el castillo, por lo que probablemente también tendría su capilla u oratorio, cosa que por otra parte es lógico deducir, pues cualquier casa señorial, caserío o finca particular la tenia. En un futuro, espero no muy lejano, realizaré una entrada más concretamente sobre este hecho.  




.

No hay comentarios:

Publicar un comentario