En esta entrada quiero centrarme
en la singular historia de la campana de la ermita, así como sus distintas
ubicaciones y su relación con el castillo de Castalla. Antes de nada quiero
dejar claro que en la historia que voy a narrar, parte de ella está documentada,
pero también hay otra parte que es exclusivamente de transmisión oral por nuestros
antepasados.
Esta campana no tiene en su
inscripción la fecha de su fundición, pero según Francesc Llop, antropólogo y
presidente de los campaneros de la Catedral de Valencia, por su tipología y
grabados góticos se trata de una campana fundida alrededor del año 1565 por el fundidor Juan de la Sierra de Cantabria y residente en Xàtiva. Unos
años antes comenzó la edificación de la nueva iglesia de Castalla en el lugar que hoy ocupa el
Ayuntamiento, pero al comenzar los cimientos se comprobó que no había firmeza
en el suelo para un edificio de esas dimensiones y que además emanaba agua, por
lo que se desistió de esta ubicación, pensando en otro sitio más estable, siendo
este el que ocupa en la actualidad y comenzando las obras el 11 de abril de 1562, fecha en que se
colocó la primera piedra. A pesar de no haber encontrado documentación que lo
acredite, es deducible pensar que se fundió la campana para esta nueva iglesia,
al coincidir exactamente en sus fechas.
Sin estar concluidas las obras, el
2 de septiembre de 1571 tuvo lugar la bendición de la nueva iglesia parroquial,
trasladándose el Santísimo Sacramento de la antigua iglesia, (hoy ermita de la
Sang) a la nueva. Al no estar el campanario finalizado, parece que se decidió
colocar esta campana en una espadaña sobre la fachada principal de la
iglesia, tal como aparece en varias fotografías fechadas sobre el 1880.
A partir del año 1626 comienzan a
instalarse, poco a poco y con el paso de los años, cuatro campanas nuevas en el
campanario, por ello y por la mala accesibilidad existente para el acceso a la espadaña, esta campana que
nos ocupa iría quedando en desuso, aparte de que las nuevas instaladas eran
todas de un tamaño considerablemente mayor y lógicamente más accesibles para
sus toques.
En 1918 el rey Alfonso XIII
consagra España al Sagrado Corazón de Jesús, por lo que en muchas localidades
comienzan a erigirse imágenes a esta dedicación. Aquí en Castalla, como es
lógico, no podíamos ser menos, y haciendo un típico reflejo al propio carácter
“castallut”, había que hacer una imagen “a lo grande” que se instaló sobre “la
torre grossa” del castillo. No hay constancia escrita de quien dio el primer
paso para erigir esta tremenda imagen, si la marquesa de Dos Aguas o el párroco
de Castalla, lo que sí consta en escritura pública fechada el 16 de mayo de
1928 por el notario de Valencia D. Miguel de Castells y Cubells es lo siguiente:
Que la muy ilustre Sra. Doña
María Dasí Puigmol hace donación a D. Juan Miguel Beneyto Marrahi, cura párroco
de Castalla y sus sucesores, de: “1º Un trozo que comprende todo el terreno que
ocupan los derruidos muros y antiguo solar del histórico castillo de Castalla,
y además una zona alrededor de dicho terreno con una superficie total de una
hectárea; lindante por los cuatro puntos cardinales con el resto de la finca
donde se segrega, valorado este terreno en 200 ptas. 2º Una servidumbre de paso
de carro sobre el resto de la finca, que queda de su propiedad para llegar a la
parcela donada con una anchura de 4 m. por la longitud necesaria a partir desde
el camino llamado del calvario público que arranca en la ermita de la
Preciosísima Sangre que linda según queda dicho con la finca total siendo esta
longitud aproximadamente de medio kilómetro. El valor de esta servidumbre se
cifra en 50 ptas”.
“La muy ilustre Sra.
compareciente hace la donación con la condición de que la finca donada ha de
destinarse exclusivamente a la construcción de un monumento religioso con una
efigie o estatua del Sagrado Corazón de Jesús, en el que se edificará una
ermita dedicada al culto católico público”.
En 1929 se construye la imagen
por suscripción popular de los católicos vecinos de Castalla y se habilita la
planta baja de “la torre grossa” como capilla o ermita tal como exigía la propietaria
y donante del castillo. Como no podía ser de otra manera toda ermita o capilla
tenía que tener su campana y como la que nos ocupa había quedado en desuso por
su complicada ubicación parece que se decidió trasladarla e instalarla en el
propio castillo. No hay constancia clara del punto exacto que la campana ocupó. (Esta colocación es un fotomontaje)
En el año 1937 esta imagen se
destruyó, (en la cripta de la ermita existe un pequeño pedazo de dos dedos) al
igual que la pequeña capilla u oratorio existente en la planta baja de “la
torre grossa”, también fueron derribadas las campanas del convento, la pequeña
de la iglesia y la de la ermita para fundirlas en material bélico, pero tanto
esta campana como las tres mayores de la iglesia corrieron mejor suerte,
pudiendo llegar hasta nuestros días.
En 1939, tras finalizar la guerra
civil, se intenta recuperar las tres iglesias que habían quedado literalmente
arrasadas, al restablecerse nuevamente el culto en la ermita y con la nueva
imagen de la patrona, se pensó en reubicar esta campana en la espadaña de la
ermita, bajándola desde el castillo hasta esta nueva colocación.
Durante los años sesenta y principios de los setenta, se
restauró esta ermita en varias fases o etapas, en una de las primeras se le
sustituyó a la campana el tradicional yugo de madera por uno nuevo de hierro de
Salvador Manclús de Valencia, por el peligro de caída que se apreciaba debido
al deterioro por su gran antigüedad. Unos años después al tocarle el turno a la
fachada, como la espadaña también amenazaba ruina, se pensó en derribarla y
trasladar la campana a la casa de los ermitaños (en actualidad “dels majordoms”)
frente a la propia Ermita, afirmándose que así estos podían ejecutar todos los
toques sin salir de su vivienda. También a principios de esta década se coloco
otra imagen del Sagrado Corazón de Jesús, pero de un tamaño muchísimo menor que
el precedente, por ello ya no se colocó sobre “la torre grossa” sino que se
puso sobre una roca entre esta y el calvario, pero como el material no era de
calidad, pues era de cartón piedra, las inclemencias del tiempo lo deterioraron
hasta el punto que tuvo que ser retirado.
En el año 1990 el M.I.
Ayuntamiento inicia las gestiones para la compra del castillo al marqués de Dos
Aguas, el cual accedió a la venta y al realizar los trámites oportunos para
ello, se comprobó que el propietario del recinto del castillo era la parroquia
de Castalla. Seguidamente fue informado el párroco D. Luis Cerdá de esta
situación, quien optó por la opción regalarlo al Ayuntamiento, pero
como la iglesia no puede regalar propiedades tuvo que venderlo, realizándose
esta venta por la simbólica cifra de una peseta. Por algún motivo que ignoro
esta venta no se ha hecho constar en el registro de la propiedad, donde sigue
figurando a nombre de la parroquia, o al menos así era hasta hace unos meses.(He podido comprobar personalmente como
algunos guías del castillo se les olvida esta parte de su historia). Según José
Bernabéu, el marqués realizó la venta de los terrenos aledaños al castillo por
la cifra de un millón de pesetas.
En el año 2011 recibí una
notificación del antes mencionado Francesc LLop en el que se me afirmaba que
debería de dejar de tocar esta campana por el gran peligro de rotura existente
por su conjunto de yugo metálico así como el motor de vuelo continuo, hasta que
pudiera ser restaurada con su tradicional yugo de madera y motor de impulsos
(que funciona como si fuera manualmente) por ser una campana gótica de alto
valor patrimonial.
Ciertamente esto provocó en mí
una situación de gran contradicción, por una parte y como es lógico, quería
preservar la campana sin deterioro alguno para las futuras generaciones y por
otra no podía consentir que dejasen de sonar sus tradicionales toques con el
saludo diario a la Virgen con el toque del Ángelus, a Misa, Rosario, volteos en
las solemnidades y procesiones, etc. Se lo comenté a mi amigo Francisco José Rico "Pallisa", sacristán de la ermita, quien haciendo una vez más honor en su abnegada labor en el cuidado a la Virgen y su patrimonio, me afirmó que contara con él para lo que hiciera falta. Seguidamente procedimos a pedir presupuesto a
la empresa que había restaurado hacia algunos años las campanas de la
parroquia, porque era garantía de un buen hacer; y a continuación nos
reunimos con el párroco D. Salvador Valls para informarle del tema, quien
afirmó que opinaba que sí que se debería restaurar pero que era un momento
complicado porque se estaba recogiendo dinero para poder sufragar las próximas
obras del piso de la iglesia. A continuación nos reunimos con Juan Antonio Mira
(técnico de patrimonio del Ayuntamiento) quien también mostró gran interés por
esta restauración, pero que a la vez tampoco veía posible que en poco margen de
tiempo el Ayuntamiento pudiera acometerla; en parte debido a la gran crisis
económica en la que estábamos inmersos.
Se me ocurrió una solución que
podía considerarse en cierta manera “salomónica”, porque podíamos por una parte
preservar la campana antigua sin peligro de rotura y mantener la tradición de
sus toques; esta solución era hacer una similar nueva, porque el precio era
muchísimo menor que la restauración, ya que al ser esta campana carente de
valor patrimonial, podía seguir con su yugo metálico y motor de vuelo continuo,
pasando ya la antigua en el mes de mayo del 2012 a ser expuesta en el museo
parroquial sin uso, a la espera a poder hacer frente a su restauración. Quiero
agradecer en este punto a una persona que anónimamente abono el importe de la
nueva campana como regalo a la Virgen, sin olvidarme tampoco de Tomás Bordera, José Miguel Mira, Oscar Reche y Víctor M. García, quienes se ofrecieron voluntarios para realizar todas las tareas del cambio de las campanas.
Casi a ciencia cierta estaremos
hablando del instrumento musical más antiguo de Castalla (casi 500 años) y en
todo este tiempo ha acompañado a multitud de generaciones en su vida cotidiana
con su precioso sonido. En mi opinión, un museo no es lugar para una campana,
por ello creo que debería de ser restaurada cuando se pueda y volver a sus
tradicionales toques.
Quiero dar las gracias a Tino
Carbonell, con quien me reuní para intercambiar impresiones sobre este artículo
y sobre otro trabajo que está realizando él, en donde me aportó mucha
información, una de las más preciadas para mí fue el constatar que en el año
1464 ya había una campana instalada en el castillo, por lo que probablemente
también tendría su capilla u oratorio, cosa que por otra parte es lógico
deducir, pues cualquier casa señorial, caserío o finca particular la tenia. En un futuro,
espero no muy lejano, realizaré una entrada más concretamente sobre este hecho.
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